Desde hace algún tiempo en las clases, en los e-mail y en las sesiones plantean dudas o comentarios acerca de las sociedades.
- ¿Está bueno buscar un socio?
- ¿Qué deberíamos tener en cuenta para iniciar o finalizar una sociedad?
- ¿Cómo reponerse frente a la muerte de una asociación?
En el mundo emprendedor es muy común asociarse, buscar puntos de conexión que nos ayuden a potenciar nuestras marcas y/o productos e incluso (por que no? ) a nosotros mismos.
Lo cierto es que solemos asociarnos demasiado rápido. Sin anticipar los peores escenarios nos dejamos llevar por el entusiasmo, el cariño o la pena… y luego terminamos lavando los platos!
Estoy lista para buscar un/a socio/a?
En el artículo de hoy quiero profundizar sobre 7 aspectos a tener en cuenta si estás pensando en crear una sociedad o estás en medio de una.
En principio creo que deberíamos dejar en claro algo fundamental: ¿Por qué quiero tener un socio?
A) Porque creo que es la mejor forma de crecer. Que su mirada complementaría la mía y porque juntos podemos crear algo maravilloso.
B) Porque tengo miedo de no poder, de no ser capaz, de no estar a la altura de las circunstancias.
Si tu respuesta es la B, mi sugerencia es que no intentes buscar un socio hasta que te encuentres con vos misma, con tu poder. Antes de buscar a otro hay que saber quién es uno. Esto funciona tanto en los negocios como en la vida de relaciones. Si vos no podés valorarte, nadie lo hará.
Si tu respuesta es A, te invito a reflexionar sobre estos 7 puntos:
1. Ética del trabajo
Cada ser humano tiene una escala de valores que le es propia. Más allá de las demandas sociales y más acá de los principios en que nos valemos para tomar nuestras decisiones diarias. Esto impacta directamente en la visión que tengamos de los negocios y en la ética del trabajo.
Si para vos lo fundamental es la familia y ves a tu emprendimiento como una posibilidad de subsistencia, vas a tener una ética distinta al que, por ejemplo, considera que su emprendimiento es la manera de conseguir fama o generar un movimiento social. El tiempo, la forma de encarar el proyecto será completamente distinta.
Es bueno sentarse y charlar con el corazón en la mano acerca de los verdaderos propósitos detrás de los negocios. Correrse del espacio del deseo, del querer agradar, del imaginario. Centrarse en lo que es importante para nosotros, en cuánto tiempo estamos convencidos de dedicarle, de qué manera podremos contribuir. Cuales son nuestros limites y nuestras capacidades.
2. Compromiso
La figura ideal del emprendedor en piyama que domina al mundo con un esfuerzo de 2 horas diarias… este… bueno… es un mito! Si querés dejate el piyama, pero ponele un poco más de power. Un emprendimiento demanda tiempo y energía, en sus inicios al menos unas 12 a 15 horas diarias. Si no estás dispuesta a invertir en él (tiempo, energía, creatividad, dinero), entonces quedate donde estás.
Con el talento no construimos un negocio; con dinero, tampoco.
Hace falta una receta (planificación) que tenga en cuenta una serie de ingredientes (talento, trabajo, dinero, recursos, ideas, observación, flexibilidad, mercado) y una forma de conjugarlos (estrategias) para que salga un producto o servicio delicioso y apetecible.
En las sociedades suele pasar que hay uno que se rompe el lomo y otro que disfruta de las mieles del éxito. Uno que está super comprometido con el proyecto, y otro que acompaña (con dudas o con menos visión). Uno que invierte tiempo, pasión y mente y otro que sólo pone el dinero. Una sociedad debería estar compuesta de similares dosis de compromiso.
3. Cada uno, su talento
Cada uno tiene un talento en la vida, algo que lo hace especial, algo por lo que brilla. No cometamos el error de homogeneizar. No pretendamos que los socios sean clones. Las sociedades que triunfan son aquellas en que cada parte integrante es única e irrepetible, aporta su visión, su saber, su energía.
La fórmula perfecta sería: cada socio tiene un área que le es propia y por la cual se destaca, a la vez que todos tienen responsabilidades similares en tiempos y gestión general.
Supongamos que lo mío es el arte, lo creativo y que mi socio es el que se encarga del aspecto de ventas y promoción.
Cuando me dedico a crear la linea de productos es un tiempo en el que disfruto mi talento… pero tengo que tener en cuenta que mientras yo me dedico a crear mi socio está metido de pleno en su trabajo también. Cuando yo concluyo mi trabajo creativo, no me siento a descansar… le doy una mano con la promoción y venta de la manera que él necesite.
Yo veo a las sociedades como un baile entre fondo y figura. A veces soy figura, a veces soy fondo… pero siempre tengo que estar aportando al emprendimiento. No hay divismos, no hay compartimentos rigidos que funcionen en las sociedades.
4. Complementarse no es competir
Lo que queda claro que hay lideres en cada área y que debemos ponernos a su servicio sin interferir u opinar, a no ser que estemos creando o revisando los procesos.
Siguiendo con el ejemplo: si mi socio tiene un sistema de archivo, no tengo porqué cambiarselo cuando me hago cargo por 3 horas de su área. Si tengo un proceso de creación, no tiene por qué intentar modificarlo para que sea más «efectivo» u ordenado.
Creo que la clave en las sociedades es poder complementarse sin competir. Es poder aportar nuestro saber hacer y ser parte de un Todo mayor. Colaborar con la tarea del otro, respetando su visión.
Construir entre todos una visión integral en la que nos sintamos representados y luego respetar los procesos individuales y las formas de hacer.
5. Dejar todo aclarado
A veces el entusiasmo nos juega malas pasadas. Estamos tan contentos de poder trabajar con alguien que admiramos o queremos que no pensamos en ningún tipo de consecuencias.
Lo mejor es dejar todo aclarado, en papel: cuales serán las funciones de cada uno, cómo se dividirán los gastos y se repartirán las ganancias, cómo se asistirán mutuamente cuando exista un crecimiento.
Pensarlo, charlarlo, dejarlo asentado en un documento que sea el punto de encuentro cuando surjan desavenencias o puntos de vista aparentemente irreconciliables.
Cuando la sociedad ya no vaya más… ¿qué pasará con los clientes? ¿Las listas de correo? ¿La marca? ¿La identidad de la marca? ¿Los activos y los pasivos? ¿La web? ¿El blog? ¿Las redes sociales? ¿Los objetos? ¿Los procesos creados? Son cosas sobre las que hay que pensar y resolver antes de que pasen.
Anticiparse ayuda a desdramatizar el asunto. Es muy duro perder un socio y un amigo. La gente a veces no sabe diferenciar entre negocios y amistad… y eso duele por partida doble.
6. Trabajar por objetivos
Una buena forma de organizar el trabajo dentro de una sociedad es laburar por objetivos.
Frente a una nueva campaña, un nuevo servicio o producto plantear una estrategia y unos objetivos claros sobre los que cada socio tendrá responsabilidad y cierta autonomía (respetando los principios pre-establecidos).
7. Reformular
En las sociedades la flexiblidad es una gran amiga. Poder plantearse metas a corto, mediano y largo plazo y detenerse para ver su evolución es algo fundamental para la salud de una sociedad. Corregir el camino cuando aún estamos a tiempo, conversar lo que haya que conversar antes de llegar al final de la ruta.
La flexibilidad también aplica cuando uno de los socios está pasando por un momento complejo y no puede hacerse cargo de su compromiso. En ese caso se deberá reformular tiempos o metas teniendo en cuenta que la humanidad del otro es más valiosa que cualquier meta económica.
Como en la vida: la conversación, el diálogo productivo, el poder plantear los temores, las esperanzas, contener y ser contenidos… es la clave de la felicidad.
EL SECRETO
Dejarse llevar por la intuición (no por el deseo o el afecto) cuando algo está bien, lo sentimos en el cuerpo.
¿Tenés socios? ¿Tuviste? ¿Querés tener?
Me encantaría que compartieras tus experiencias con nosotras
Norma
Muy bueno, me encantó el desarrollo del tema y los consejos, que por experiencia veo super válidos!
Cin
Gracias Norma! Me alegro que puedas validar desde la experiencia 🙂
Estudio Matilda
Hola Cin, en los inicios de Estudio Matilda y durante 9 años aproximadamente fuimos 3 socias-amigas. Si bien tuvimos nuestras diferencias obvias, gracias al respeto que nos tenemos, a establecer objetivos y pautas claras (que a veces siendo amigas parecían exageradas como horarios rigurosos, responsabilidades detalladas etc), mucha pasion por lo que hacíamos y a la ÉTICA personal de c/u logramos disfrutar día a día nuestro trabajo y potenciarnos mutuamente.
Hoy si bien ellas han tomado otros caminos totalmente distintos, seguimos siendo íntimas amigas y las sigo consultando por temas de trabajo! Claudia
Cin
Hola Clau!! Gracias por compartir tu experiencia. Es muy valioso poder separar amistad de trabajo. Qué bueno que pudieron lograrlo 🙂
Abrazo!
Vero Palazzo
super interesante y muy muy claro!
Cin
Muchas gracias Vero!!! 😀
Julieta
Muy buenos los puntos, Cin 🙂 Es algo en lo que suelo pensar si en algun momento me largo a hacer lo mio. Y son cosas que las suelos ver con mi marido y su socio. Es un tema groso el de asociarse. Voy a seguir leyendote!
Besos
Cin
Hola July y gracias por pasarte a comentar! Bienvenida 😀
Dulcia Olivari
Si, tuve dos socias (y el AFIP el 4to;). Principalmente fue por: falta de capital propio y soporte. Creo sinceramente que no hubiesemos podido hacer nada si no nos hubiesemos juntado. A pesar de no haber sido una experiencia del todo positiva, cada una aporto algo para que el proyecto se diera.
Son totalmente ciertos cada uno de tus puntos. Pero el que creo que es el más importante de todos es la Etica del trabajo y concepto sobre el dinero.
La confianza debe ser primordial.