¿Es tu pequeña o gran empresa rentable emocionalmente? ¿Quieres vivir una larga y productiva vida emprendedora sin agobiarte? No te pierdas los consejos que te daré en el post de hoy…
Qué vas a encontrar aquí
Cuando se inicia un emprendimiento o un proyecto se tiene toda la fuerza del entusiasmo y el optimismo. Después de todo estamos dando los primeros pasos en un sendero anhelado, haciendo cosas que amamos y buscando la manera de permanecer a flote el tiempo necesario hasta que se consolide nuestra marca o nuestra idea.
Pero la emoción y el entusiasmo no son eternos.
Como todo en la vida tiene su flujo y reflujo, sus tiempos de pasión absoluta y sus tiempos de desasosiego (y todo lo que que hay en medio entre estos dos extremos). Vamos de un polo al otro como un reloj de arena, buscando aliados estratégicos que nos hagan salir de los estados blue lo más rápido posible.
Hay un dicho en Argentina que se hizo tango (o era al revés) «el que no llora no mama» y es que llamar la atención de mil maneras para que el mercado nos tenga en cuenta es algo que preocupa ocupa a los emprendedores, pero hay que hacerlo con inteligencia, no vaya a ser cosa que nos pase lo del pastorcito y el lobo.
Por regla general la gente huye de los que sufren de «lamentitis» y «demanditis» hay una explicación teosófica para este asunto, una cuestión energética y un proceso de autopreservación… pero ese es tema para otro post. Lo que nos ocupa hoy es averiguar cuáles son los 3 errores comunes que nos llevan al tacho o disminuyen nuestra rentabilidad emocional.
Allá vamos.
Correrse del rol de víctima
Si hay algo que socaba nuestra rentabilidad emocional es ponernos en el rol de víctimas. Víctimas de las circunstancias, del tiempo, del dolar, del perro con sarna… A sacudirse la pereza emocional y comenzar a tomar el control de tu vida, girl!
La energía sigue al pensamiento y -como reza el primero de los principios herméticos– «El Universo es mental». Así que a ponerle onda, pensar en positivo y accionar en consecuencia… todo lo demás te seguirá, «como las ruedas del carro siguen al buey que tira de ellas» [ya conocías el Dhamapada? te lo presento].
Somos lo que nos pensamos. Así de simple y así de profundo.Elegir qué batallas librar
No se puede todo, todo el tiempo. Ese tipo de actitud erronea te lleva a un desgaste innecesario. Hay que aprender a elegir.
Los fotógrafos la tienen clara: La clave es enfocarnos en los detalles. Si tenemos que fotografiar una tarta pero llenamos la escena de chucherías y nos olvidamos de hacer foco en la tarta… seguramente no se entenderá que estamos vendiendo. Lo mismo ocurre con nuestro emprendimiento en términos de elección de clientes.
Los hay divinos, necesarios, extravagantes, imbancables, inestables, delirantes, amorosos, exigentes, precisos. Saber decir NO es una necesidad para permanecer rentables emocionalmente. La relación costo-beneficio, en este sentido se mide en términos emocionales y de salubridad mental.
Aquí la primer serie de preguntas para tener en cuenta:
- ¿Este cliente es alguien con el cual disfruto trabajar o vender (según el caso)?
- ¿El proyecto es un desafío esperado, una posibilidad de crecer?
- ¿El crecimiento de este cliente me haría feliz?
Aquí la segunda serie de preguntas:
- El cliente no sabe lo que quiere o parece no querer nada de lo que le propongo (y ya voy por la propuesta 34)?
- El cliente confunde mis servicios con lacayismo?
- ¿Los mambos del cliente terminan por convertirse en los míos propios?
- El tiempo invertido en atender al cliente es inversamente proporcional a las ganancias reales?
- Cada e-mail o llamado del cliente me hace traspirar, me da taquicardia, me produce temor súbito (este es el más groso) o me cierra el estómago?
- Cuando termino una reunión con ese cliente me viene un bajón emocional o termino por enfermarme de cualquier cosa?
- Este para coach o terapeutas: El cliente quiere salir (aunque sea en el fondo) del estado que lo aqueja y por el cuál vino a terapia o sesión?
Mayoría de respuestas no, de la primer serie y sí, de la segunda te está marcando una pérdida importante en tu rentabilidad emocional. Si tienes que perder plata, pues piérdela. Sale mucho más caro pagar una internación o remontar un ataque de ansiedad o una depresión.
La dignidad debe ser tu standar.
Si por algún motivo de fuerza mayor tenés que tomar sí o sí ese trabajo mi sugerencia es que intentes no engancharte con sus neurosis, un sujeto infeliz suele ser inconformista y carecer de empatía. Pensá que ese trabajo es un medio para alguna cosa y en cuanto puedas librarte de ese sujeto tóxico… librate.
Alerta: si estás teniendo muchos clientes de este tipo prestá atención, quizas le estás errando a tu nicho nido o estés pasando por un momento complicado a nivel personal (uno atrae lo que emite). Si es así, no desesperes: en cuanto puedas iniciá el proceso «Recalculando» y reorientate.
Es necesario?
Tanto tiempo estamos intentando que nuestro emprendimiento funcione que, cuando finalmente comienza a hacerlo, nos perdemos.
Perdemos el rumbo o nos cosificamos. Si no estamos atentos el emprendimiento nos termina dominando a nosotros y a nuestra vida, eso no está bueno. Por eso, cada tanto es necesario tomarse una semana y evaluar cómo se van desarrollando las cosas.
Si estamos en una ciudad desconocida buscando una calle: estacionamos el auto y chequeamos el mapa o seguimos dando vueltas esperando encontrarla? Aja! lo mismo sucede con el emprendimiento. A veces nos metemos en mil cosas y jugamos a malabaristas, pero terminamos por agotarnos física y psicológicamente. Es como si dieramos vueltas a tontas y a locas tratando de que la calle (objetivo, revelación divina) aparezca como por arte de magia. Pero no, las cosas no son así.
Mejor escalar el emprendimiento en porciones manejables. Recordar cuál es el propósito y a dónde quiero poner el foco, no vaya a ser cosa que termine pidiendo direcciones cuando ya sea demasiado tarde y esté sufriendo las consecuencias de un estrés crónico o una enfermedad.
No estés tan ansioso por crecer y cuando te pique el bichito de la urgencia relee la fábula del pescador y el empresario y pensatelo de nuevo.
Resumiendo
Aquí tus tres NO para preservar tu rentabilidad emocional
- NO seas una víctima
- NO te prostituyas emocionalmente
- NO avances en tu emprendimiento sin tener en claro tu plan de vida.
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Euge
Cin, buenisimo este post. Pienso igual y lo aplico a mi vida. Trabajando con mi esposo, la rentabilidad emocional es clave!!!
Nosotros «planificamos» el año. En realidad hacemos un balance, en donde determinamos y cambiamos el rumbo de este tipo de cosas, y armamos una wish list para el próximo. El universo tiende a alinearse para cumplir los propósitos.
Un beso!
Cin
Hola Euge! Qué bueno!!! Sí, es muy importante no perder el rumbo más cuando se labura en pareja 😀
Gracias por tu aporte!
Lu
Ciiiiiiiiiiiiiiin, sos GROSA! Buenisimos posts! Muchas gracias!
Cin
jajaja gracias Lu!! Un placer acompañar 😀
Flac_k
Wow! Casi un año después y me llega este post como una revelación, sabía que mis relaciones con los clientes eran tóxicas y un buen día renuncié a todos. Hace 8 meses estoy «re calculando», tengo algo entre manos pero no muy concretó aún, por eso te digo leyendo.
Un abrazo
Flac_k
Por Dios! Había pasado en noviembre y ya se me había olvidado!!!!
Igual sirvió recordar, jajaja.