¿Viste que hay un dicho: «no es soplar y hacer botellas»? Cuando yo era chica lo usaba siempre, hasta que un día vi un documental donde mostraban cómo se fabricaban las botellas en forma artesanal y me entró la duda: «pero si se fabrican soplando!» [encontré uno por aquí]
Soplando se hacen botellas… ponele
Qué vas a encontrar aquí
Tardé un tiempito en darme cuenta que no es sólo soplar, hay que saber cómo hacerlo. Hace poco reflexionaba sobre este recuerdo de la infancia y me vino la imagen de aquel que quiere emprender y cree que es soplar y hacer botellas. Se ve fácil, se ve divertido, se ve algo que harías con los ojos cerrados… pero no es tan así. Hay que saber, tener los recursos necesarios (y no me refiero sólo a dinero) y las condiciones físicas, emocionales y mentales para hacerle frente a la tarea.
Cuando las personas están hartas de sus rutinas laborales se imaginan que volviéndose emprendedores todo será más divertido e inspirador y cada uno de sus problemas desaparecerán. Bueno, en honor a la verdad, creo que los que emprendemos tenemos un poco la culpa de esto. Nos la pasamos diciendo lo grandioso que es vivir de lo que amamos y que somos taaaaaan felices que más, sería estar en Disney. Pero ojo, que no mentimos cuando decimos que ser emprendedor es lo más maravilloso que nos pasó en la vida! Lo sentimos así hasta la médula… por eso quizás no nos nace contar las desventuras que sufrimos a diario, los desencantos, los esfuerzos que muchas veces caen en sacos rotos, las horas sin dormir, los aburrimientos, los hartazgos, las injusticias a las que somos sometidos o los malabarismos financieros que inventamos hasta que el emprendimiento encuentra su rumbo. No nos sale estar todo el rato quejándonos de la gente pesada, de los que creen que vivimos del aire y quieren que les regalemos nuestro trabajo, de los ventajeros, de los que te copian descaradamente, de los que se quejan al pedo… Esas cosas pasan, también son parte del día a día emprendedor. Pero a la hora del balance, pesa más la alegría.
Indudablemente ser emprendedor es tener el carácter para soportar todas esas contingencias, simplemente porque son parte de la vida. No existe la burbuja que te proteja de las cosas feas, del embole, las crueldades o las estupideces ajenas, te ahorro la búsqueda 😉
Para nosotros el foco está en crear, idear, sentirnos útiles. Vivimos para cumplir nuestro propósito y aceptamos las piedras del camino como parte del aprendizaje. Listo!
Y… ¿Yo sirvo para esto?
Antes de empezar a enloquecerte con planes de 5 años, consulta a proveedores, unidades de negocio, costos y demás asuntos: empezá por el principio.
El principio no es darle vueltas a una idea ganadora, el principio es saber si estás preparada para enfrentar la vida emprendedora. Ojo que con este post no te quiero desmoralizar, mi intención es: abrirte los ojos.
Saber diferenciar deseo, objetivo, de propósito es la clave para comprender si lo tuyo es metejón, especulación o la razón de tu vida.
Veamos esto en un caso práctico:
“Quiero ganar plata con lo que me gusta”
es un deseo
El deseo es una chispa que nos impulsa a movernos; pero las chispas dependen de otros factores para convertirse en fueguito o desaparecer. Las chispas a veces producen incendios y otras se apagan sin mayores prolegómenos. Los deseos vienen siempre en manada: arrasan, desbastan, marean. Comenzar un emprendimiento por deseo es una mala (muuuy mala) idea. El deseo se abandona frente a la 1º o 2º dificultad… aunque existen algunas personas que tienen la rara costumbre de excitarse con el peligro, los problemas y los dolores. En este segundo caso, cuando el deseo se concreta, todo pierde sentido… y se abandona también. El deseo solo no construye un emprendimiento rentable.
“Realizarme profesionalmente a través de
la capacitación y el trabajo adecuados”
es un objetivo
El objetivo es una meta a alcanzar, aquí se precisa de inteligencia, disciplina y recursos para llegar a buen puerto. Tener el objetivo de crear un emprendimiento es válido. Estas personas seguramente evaluaron costos y beneficios, ideas de negocios y demás menesteres. Pero un objetivo, por sí solo, no llena. Un emprendimiento basado en objetivos es como una carrera de postas… aunque a veces no se tenga muy en claro cuál es la meta «definitiva».
Creo que las personas necesitamos sentirnos unidas a algo más que un objetivo. Lo que nos hace resplandecer es la sensación de que tenemos un sentido en esta vida, que lo que somos y lo que hacemos deja una huella en quienes nos rodean en el circulo más cercano y en el más lejano también.
“Valorar mis cualidades, ponerlas en acto
ayudando a los demás en X asunto”
es un propósito
El propósito es una llama avivada por la voluntad, es inteligencia y amor unificados, es el Poder puesto al servicio del Bien. Cuando el propósito es realizado, todos los factores externos (dinero, salud, relaciones) se acomodan solos.
El propósito genera luz, serenidad, felicidad y mantiene avivada tu motivación porque lo único que necesitás para concretarlo, sos vos misma.
Iniciar un emprendimiento con la finalidad puesta en el cumplimiento de ese propósito es, sin lugar a dudas, la mejor elección del mundo mundial. Te pone en perspectiva, te otorga valor, te crecen raíces y te da alas.
«Un emprendimiento sin un propósito, es como un cuerpo sin alma»
Nacer… ¿o hacerse?
Creo que el gen emprendedor es algo que traemos al nacer. Esa capacidad de resiliencia, esa urgencia por salirse de la caja, esa necesidad de dar y crear, la paciencia y la disciplina. Algunos lo desarrollan y a otros los vence el miedo.
Si se trae ese gen es muy factible que con capacitación, un poco de guía y una potente red de contención (afectiva, mayormente) el emprendedor florezca tal y como era su destino. Las oportunidades siempre están a mano, solo se requiere la capacidad de ver y actuar.
¿Cómo saber si traes ese gen? Fácil:
- Frente a un problema ¿tendés a actuar?
- Buscás soluciones originales a problemas comunes?
- ¿Te hacés cargo de tus errores y aprendés de ellos?
- Cuando las cosas no te salen de una ¿lo volvés a intentar?
- ¿Te bancás el «qué dirán»?
- ¿Crees que, al menos en el mundo de las formas, el cambio es más lógico que la certeza?
- ¿Sentís urgencia por ayudar (de alguna forma) a mejorar el mundo que te rodea?
- ¿Te motiva las ganas de crear, servir, cumplir con tu propósito?
Si tu respuesta fue sí a alguna o a todas estas preguntas… entonces el gen está ahí, esperando asomar, esperando nacer y crecer.
Claro que para que un emprendimiento sea rentable tenemos que hablar de costo-beneficio, inversión, balances, planificaciones…. pero esta es la visión Bling de emprender. Una visión que nace en lo más profundo y luego se proyecta en lo más terrenal.
Si buscás seguridades absolutas, una vida rutinaria, cosas resueltas, un sueldo fijo a fin de mes o rascarte el ombligo mientras la plata crece de los árboles de tu jardín… ehhh, no… emprender no está en tus genes cariño. Invertí esa energía en desarrollarte en otra área. La desilusión te durará lo que un suspiro y ya podrás seguir con tu vida.
Si sentís que el propósito de tu vida está en tus propias manos, entonces: adelante amiga!! La comunidad emprendedora estará feliz de conocerte.
[De la serie #EmprendeBling: 1. Validación express ¿sirvo para emprender? ]