Emprender implica, entre otras cosas, salirte de tu zona de confort, aceptar nuevos desafíos, buscar y explorar diversas maneras de aproximarte a tus metas y concretar tus sueños.
A veces esos desafíos implican transmitir lo que sabes, compartir tu expertise. Llega el momento de dar ese salto. Pasar del «hacer» al «enseñar a hacerlo».
Sin embargo, existe una brecha significativa entre saber algo y tener la capacidad para transmitirlo.
Enseñar en un arte, amigos, requiere se cierta técnica, conocimiento de los procesos cognitivos, planificación… y práctica. Mucha práctica.
Del arte de enseñar
Qué vas a encontrar aquí
No es lo mismo enseñar cara a cara que hacerlo a través de una pantalla. No es lo mismo hacerlo uno a uno que en grupo.
Cada experiencia de enseñaje (amo este término ideado por Bleger porque resume la intima relación entre enseñanza y aprendizaje, una relación que es -que debería ser- bidireccional y multidimensional) es única; y sin embargo hay algo que se repite una y otra y otra vez: una buena experiencia no te deja indiferente… te transforma, te enriquece, te hace crecer.
Para quienes se están animando, para quienes ya dieron sus primeros pasos o para quienes aún lo están pensando, comparto 5 consejos, fruto de mi experiencia docente.
1: Se flexible, eres humano
Las etiquetas y los pre-conceptos son “el cuco” de la modernidad. No dejemos que nos piensen las opiniones o percepciones ajenas sobre tal o cual grupo, sector social, edad, región (y un graaan etcétera); ni que nos encasillen sobre nuestras capacidades o nuestro saber.
Es común sentir algún temor a la hora de encarar un nuevo curso. «¿Me amarán o me odiarán? ¿Estaré a la altura de sus expectativas? ¿Habré preparado la clase bien, será muy básica o demasiado complicada?¿Sabré responder a sus dudas?»
Estas y algunas inquietudes por el estilo suelen invadir nuestra cabeza y paralizar nuestra lengua cuando nos enfrentamos a un auditorio lleno de humanidades queriendo aprender.
Y es normal. No hay que avergonzarse por ello.
Una buena planificación puede ser de gran ayuda, siempre y cuando se use como plataforma y no como corset.
Si uno sabe de qué va a hablar, tiene la secuencia didáctica desarrollada y un par de ideas sobre dinámicas de grupos… entonces puede localizar toda su atención en lo que suma y esto es: la interacción con el otro.
Ser consciente que el otro no es un ente inanimado, que tiene sentimientos, ideas y saberes previos, formas de conectarse con el mundo, temores.
Aprender a planificar es tan importante como desarrollar nuestra inteligencia emocional: aprender a lidiar con nuestros problemas personales, nuestros miedos, frustraciones, limitaciones, como también hacernos cargo de nuestros logros, certezas y potencialidades. Somos un compendio de todas esas cosas y es inútil intentar desconocer esta realidad. Los otros también lo son.
No te conviertas en una máquina que escupe conocimiento (educar nada tiene que ver con «lucirte») más bien vinculate con los otros y verás como de esa interacción surge un nuevo saber que enriquece a ambas partes.
Parte siempre de lo que el otro ya sabe, indaga, escucha, aprovecha los emergentes para volver el conocimiento significativo.
Si sientes que la adrenalina corre demasiado rápido por tus venas, respira profundo (en serio, respira profundo) tres veces, refréscate la cara y enfrenta tus temores con la mejor sonrisa. Muchos de esos temores son sólo paredes de papel de arroz.
TIP : Algo que ayuda, y mucho, es tener muy muy muuuuy en claro qué vas a decir y cómo lo vas a decir los primeros 10 minutos. Ensáyalo frente a un espejo, practica la entonación, el ritmo, los gestos. Esa mínima certeza te da tiempo a ajustarte al grupo y regular tu adrenalina. Cuando conectaste con tu audiencia, solo es cuestión de dejarse fluir.
2: Para atraer, tienes que emitir
Hay una vieja máxima egipcia (devenida en consejo para recaudar dinero 😛 , si vivieran los Hierofantes, Madre Deus! ) que habla del poder de la atracción. En realidad no es ningún secreto, es algo tan simple que algunos creen que es demasiado bueno para ser verdad.
Esta vieja máxima tiene su costado budista que leemos en el Dhamapada.
«Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su
fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con un
pensamiento impuro, entonces el sufrimiento le sigue de la misma
manera que la rueda sigue la pezuña del buey…
Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su
fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con un
pensamiento puro, entonces la felicidad le sigue como una sombra que
jamás le abandona.»
Uno atrae hacia sí lo que consciente o inconscientemente irradia. Digo inconscientemente porque la mayor parte del tiempo estamos irradiando estados mentales, emocionales y ni siquiera nos damos cuenta de ello… si estoy enojado/a por algo y sigo enganchado/a ese estado emocional, dándole vueltas con el pensamiento… seguramente ese día cada cosa que pase va a sumar leña al fuego del enojo, casi todas las personas o situaciones van a estar vinculadas con tensiones, mal carácter, enojos, brusquedad… estamos atrayendo lo que emitimos.
Notaron que cuando uno está bien consigo mismo ¿todo se siente natural? Difícilmente nos enganchemos en discusiones sobre puntos de vista, o seamos susceptibles. Al fin y al cabo todo es una cuestión de actitud.
En la docencia es exactamente igual. Proyectamos nuestras emociones y pensamientos de tal forma que somos capaces de formar un entorno amigable o violento, comprometido o indiferente, sólo con una respiración.
Por supuesto que no siempre vamos a estar 10 puntos!! Lo interesante de este conocimiento es que nos permite darnos cuenta de que las etiquetas que pudiéramos dar o darnos son engañosas, que nadie permanece en una emoción o pensamiento toda la vida y que ultérrimamente, la forma de ver el mundo que tenemos va configurando el mundo en el que vivimos.
Hacernos cargo de lo que nos toca y accionar en consecuencia; sin reclamos, sin lamentos, sin desasosiego.
Si algo nos molesta, si no estamos conformes con tal o cual situación en nuestra vida… pues entonces es hora de tomar cartas en el asunto y tratar de encontrar una solución.
A veces esa solución va a necesitar del apoyo de otros… por eso es tan importante aprender a comunicar.
3: Autoridad no es temor
La autoridad la da el conocimiento, la templanza, la recta conducta… nunca el temor que alguien pueda tenerte. El temor es odio hacia alguien o algo que considero superior. La autoridad es respeto sincero y no puede negociarse: se tiene o no se tiene. Cuando uno está seguro de sí mismo irradia confianza, esa confianza inmediatamente se convierte en autoridad.
Sólo buscando tu centro podrás irradiar confianza. Sanciones, gritos, menosprecios, enfrentamientos, desdén, soberbias, indiferencias… todo eso es pasajero, la verdadera autoridad nace en ti mismo.
4: No estás sólo [.. de veras]
“Cada maestro con su librito”, ¿te suena? Creo que muchas veces tomamos esta frase para justificar nuestro aislamiento. Nuestro estilo educativo no debería dejarnos solos en el mundo, más bien todo lo contrario.
Somos seres naturalmente sociales y empáticos y como tales deberíamos sentirnos cómodos al pedir consejo, ayuda o el punto de vista de otros. Aislarse es peligroso, es comenzar a negar la realidad.
Correrse del rol de sabelotodo es fundamental para crecer como persona y como profesional. Aprender a escuchar y observar son el 50% de una buena dinámica de enseñaje.
5: El origen de todo, abrázalo!
¿Por qué lo elegiste? Abrázate a ese sentimiento y enamórate cada día de tu elección. Porque noble cosa es aprender, e increíble es la capacidad que todo ser humano tiene para enseñar. Porque después de todo, enseñar es ayudar a otros a crecer. Pero difícilmente podamos hacerlo si no nos queremos a nosotros mismos, si no estamos comprometidos con nuestro propio crecimiento.
No corras detrás del afecto de tus estudiantes, más bien se sincero, amoroso, generoso en el saber. Se auténtico y nunca temas decir “no sé” o «me equivoqué».
Debemos aprender a valorarnos, buscar el tiempo para perfeccionarnos en nuestra humanidad, para desarrollar todas nuestras potencialidades, mejorar nuestros procesos. Sin lugar a dudas, ese camino es más nutritivo si se recorre en compañía.
Para ser un gran docente sólo hace falta: conocimiento de los procesos y de lo que pretendes transmitir, amor por enseñar y aprender y una gran motivación para cambiar el mundo. El día que pierdes algo de esto, te pierdes a tí mismo.
¿Quienes andan en esos terrenos? ¿Se animan a compartir en los comentarios sus impresiones y sus anécdotas? ¿Qué cosas les funcionan y qué cosas no terminan de encontrarle la vuelta?
Mentoría del enseñaje
Si estás pensando en dar ese paso, si estás transitando ese camino o sientes que necesitas comprender mejor. Aquí estoy, puedo ayudarte.
Revisar y rectificar juntos tus procesos; ayudarte a pensar y organizar las planificaciones y ensayar juntos dinámicas que le den a tus clases esa fuerza de transformación que estás buscando.
Me interesa más información