Hace un tiempo escribí una oda al mundo bloguero y 9 razones por las que tenías que armarte uno. Te compartí las experiencias de primera mano de grandes blogueras como Vero Mariani (Alma Singer), Florencia Ripoll (Tendenciosa) y Meisi.
Le dediqué un post a los emprendedores con blog y te regalé un paso a paso para hacerle un makeover bloguero en 9 minutos.
Es obvio que amo bloguear, no? ;-P
Amo bloguear y no exagero cuando afirmo que un blog puede convertirse en una maravillosa oportunidad de perpetuarnos.
El otro día, durante el almuerzo, Aimé reflexionaba en voz alta: «tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro… mamá vos si podes morir diciendo que viviste» (los hijos crecen y las conversaciones se ponen cada vez más jugosas) se quedó pensando: » escribir un libro… – repitió – escribirlo y publicarlo? o solo escribirlo?».
Qué buena pregunta!
Pero no encontré una respuesta: un poco porque el ruido del corazón explotando de amor no me dejó oír mis propios pensamientos y otro poco porque la verdad es que nunca me había puesto a pensar en la diferencia. La remató con un: » y escribir un blog ¿vale?» [cómo no amarlaaaaa!]
¿Vale?
Tener un hijo, escribir un libro, plantar un árbol, publicar y mantener un blog.. jajajajaja [la vida en tiempos de internet]
Creo que bloguear es una fantástica combinación que me permite escribir, pensar, gestar comunidad, conectar, explorar mi singularidad y hacer servicio. Y sí, de alguna manera, bloguear desde tu singularidad es también perpetuarte.
De blogs y blogueros
Qué vas a encontrar aquí
Hay tantos tipos de blogs como personas blogueando: los hay técnicos, personales, de investigación, de opinión, de estilo de vida, de maternidad, de viajes, de cocina, motivacionales, de emprendedores y emprendimientos. Los hay interesantes y aburridos, auténticos y fingidos, inspiradores y mediocres. Constantes y erráticos.
No todos quedarán para siempre en la memoria, claro. Hay que saber ganarse el cariño de los lectores. Hay que poder trascender la transitoriedad.
Para mi, los mejores blogs son los que representan fielmente a su autor, sin vanidades. Los que saben ser puente. Los que cuentan lo que tienen que contar sin perder la singularidad de quien lo cuenta y sin olvidar a quién se lo cuenta. Esos son los mejores, los más cercanos, los más queridos. Los que perduran aún cuando ya no estén.
- Para un escritor su blog es casi como su casa y su jardín virtual, un ejercicio diario o semanal que lo mantiene en forma, inspirado, y cumple la doble función de conectar y conectarse.
- Para un emprendedor su blog es su vidriera, su carta de presentación, una pequeña o gran muestra de quién es, qué representa y en qué te puede ayudar.
- Para un profesional su blog es su portfolio, su manera de dar a conocer qué sabe, qué hace y cómo lo hace.
- Para un apasionado su blog es una manera de compartir sus descubrimientos: sobre maternidad, sobre espiritualidad, sobre matemáticas, sobre viajes, sobre fotografía, sobre comida, sobre cuántica, sobre decoración, sobre cualquier cosa que lo apasione.
Ya ves, hay tantos blogs como blogueros. Lo importante es tener algo que contar.
El fantástico arte de perpetuarse
Escribir es perpetuarse. Perpetuarse en la historia, en la memoria, en el corazón de quienes encuentran en esos escritos antorchas con las que alumbrar sus caminos.
Escribir es conocerse. El efecto avalancha de las palabras arrastrando palabras nos ayuda a ver esparcido en el papel o en el monitor una infinidad de sentires, saberes, creencias que nos hacen comprender quienes somos. Es escribiendo como logramos conocer qué pensamos, qué sentimos, qué soñamos. Es escribiendo cómo logramos comprender las cosas que nos suceden. Un escrito puede ser más real que una conversación, tal vez porque en el primero nos dejamos llevar sin estar midiendo las palabras de acuerdo a la caras que pone nuestro interlocutor.
Si uno se permite ser, escribir lo complementa y le otorga claridad.
Escribir. Escribirse.
Yo extraño escribir por el simple placer de escribir. Ese acto mágico de colocar el lápiz sobre el papel y dejar que la mano sea puente entre mente y palabra.
¿Recuerdan la época de las cartas?
El entusiasmo de escribirlas y la adrenalina al despacharlas, las mariposas en el estomago al ver aparecer la puntita del sobre bajo la puerta. Ese dejar que las letras se escurrieran sin medida, ese beberse cada palabra con los ojos mientras las manos se deslizaban impacientes o risueñas sobre el papel.
Qué lastima que se perdió eso. Que ganas de recuperarlo.
Aunque, si se me permite el anacronismo, creo que los buenos blogs generan esas emociones, tanto en quien escribe como en quien lee. Más allá del sentido utilitario, del SEO, de la planificación estratégica… y el blablabla; un buen blog se deja amar y enamora. Sino, no perdura. Un blog que no se siente hogar se abandona.
¿Se hace o se nace?
Podría creerse que todo escritor es irremediablemente un bloguero en potencia. Podría ser eso cierto (no contradigamos a Aristóteles), pero es menester recordar que de la potencia al acto hay un gran y escarpado trecho. La lógica del blog no es la de un artículo, un ensayo o un libro, o al menos no debería. Y sin embargo es una maravillosa herramienta para interactuar con los lectores.
Podría creerse que todo aquel que no nació con el don de la escritura difícilmente se convierta en bloguero y sin embargo… si se escribe con el corazón o desde la experiencia, se puede llegar a ser un gran bloguero. Alguien que siente la necesidad y el goce de comunicar algo, no necesita ser escritor, pero irremediablemente va a desarrollar su propio estilo, su singularidad.
¿Blogueamos?
¿Cuál es tu experiencia bloguera? ¿Te animas a una autoentrevista?
Aquí dejo algunas preguntas de referencia, si te copa la idea y publicas posteo en tu blog, compartes el enlace a tu autoentrevista en los comentarios? Sería genial leerte.Autoentrevista bloguera
¿Quién eres? Cuál es tu blog? De qué trata?
¿Cuáles son tus rutinas blogueras?
¿En qué te inspiras para escribir tus post?
¿Qué consejos le darías a alguien que está con ganas de tener un blog?