Los emprendimientos, como cualquier ser vivo, tiene sus etapas de crecimiento.
Así como las semillas que germinan deben abandonar su cotiledón para dar paso a sus hojitas definitivas (sí, sigo botánica !!! jajajaaj), así el emprendimiento debe tomarse un tiempo para darse cuenta qué procesos, qué planificaciones, qué elecciones, qué apreciaciones ya no funcionan.
Quizás fueron útiles en un primer momento, quizás nunca reparamos en que necesitábamos un método… quizás sí, pero no nos dio el tiempo (o no elegimos darnoslo). Quizás comenzamos con una idea, pero ahora nos damos cuenta que la realidad y la idea tomaron caminos diferentes. Quizás comenzamos con entusiasmo superlativo y el golpe con la realidad fue duro. Quizás fuimos paso a paso (sin un propósito claro) y nos sentimos ahora desbordadas, títeres de lo que hemos ido construyendo. Quizás no nos tomamos el momento para trazar objetivos concretos a pequeño y mediano plazo, o nunca pensamos a largo plazo. Quizás, quizás, quizás!!
Lo cierto que por una cosa o la otra hay un tiempo en que necesitamos desprendernos de lo que hicimos, pensamos, planificamos para dejar espacio a lo nuevo.
El síndrome «tiro todo» , me lleno de mi
Qué vas a encontrar aquí
¿Vieron que hay momentos en la vida que necesitamos desprendernos de cosas? Organizar placares, tirar papeles del pasado? Ese proceso siempre viene ligado a otro proceso interior. Una urgencia por soltar lastres, por abandonar «culpables» (en realidad, por dejar de poner en los demás nuestras propias decisiones), por sacarnos de encima las fantasías y comenzar a hacernos cargo de lo que somos. Esos procesos son muuuuy liberadores!! Nos dejan con un vacío sereno, un vacío que está listo para recibir y agradecer. Un vacío que en realidad es libertad. Una libertad que en realidad es aceptación y seguridad de quienes somos.
Exactamente este proceso es el que acontece en algún momento del emprendimiento.
Ese desprenderse no es instantáneo ni abrumador (o al menos, no debería serlo)… se producen en forma progresiva, casi sin darnos cuenta. Hasta que percibimos que arrastramos «hojitas muertas».
Dejar atrás esta etapa es aceptar el crecimiento.
Es preciso parar un momento: revisar lo que hacemos-sentimos-pensamos y alinearlo con lo que queremos Ser.
En busca de la armonía total
Los seres humanos, en especial los occidentales (por esto del pensamiento racional y tal), tenemos la manía de separar, compartimentar, dividir. Y esa es una de las causas de nuestras miserias más profundas.
Ya les dije, Maquiavelo no era emprendedor!!! jajajajaa
En la vida todo suma, cada pequeño aspecto es una parte esencial de lo que somos y en quien nos convertimos.
Nuestro emprendimiento también lo es.
No podemos hacer girar toda nuestra vida en torno al emprendimiento, ni podemos desconocer que tiene su presencia en ella. Armonizar estos aspectos es un trabajito eterno, que a fuerza de observación y amor nos pesa cada día menos.
¿Vieron que hay síntomas que predicen una enfermedad recurrente? Aquí pasa lo mismo, siempre solemos caer en los mismos esquemas dañinos que nos mantienen prisioneras de lo que ya fue. Un tecito de limón con miel, una siesta, un vaso de agua tibia, 3 respiraciones, una nebulización (en sus respectivas analogías), puede ser la diferencia entre signo y enfermedad.
Está genial trasnochar y madrugar para emprender, lo hacés con pasión… después de todo estás viviendo de tu sueño!!!!! Bueno, entre nos, es un shock de adrenalina que nos mantiene alertas y en forma.
Pero si eso se transforma en rutina, te comienza a pesar.
Esa rutina que te servía en los primeras etapas, que te llenaba de energía y vértigo… ahora te abruma, te marea, te pone de mal humor. Es tiempo de revisarla.
Revisar los procesos, construir desde la serenidad
El principio productivo nos dice que hay que hacer la mayor cantidad de cosas en el menor tiempo posible. Lo que a veces la gente confunde es el hacer hueco y el hacer con objetivo.
El principio debería decir: «hacer las cosas relevantes, en el menor tiempo posible». Ir y venir por una habitación, tener 6 conversaciones en curso en FB, 25 blogs abiertos en el navegador, 5 cuadernos apilados al lado de la compu, abrir 45 veces la heladera solo para volver a cerrarla… es hacer muchas cosas, pero son cosas huecas, cosas que no me aportan absolutamente nada y que – en definitiva- poco tiene que ver con emprender.
Calidad y cantidad son cosas distintas!
Los procesos, el método de hacer tal o cual cosa es casi tan valioso como la cosa hecha. A veces, en el fragor del día a día no nos damos tiempo a observar el tiempo que ganaríamos si inviertieramos uno o dos días, una o dos semanas, en construir un método de trabajo; en registrar los procesos recurrentes y ajustarlos.
Centrarse en los procesos, true story
Apenas salió mi libro, tenía un proceso de entrega online para los que lo compraban desde Argentina y otro para quienes lo compraban desde el exterior. El primero tenía 5 pasos, el segundo ninguno. Obviamente me hubiera encantado tener un solo proceso con 0 pasos diarios, pero la realidad puso las piedras en la rueda emprendedora.
El proceso nacional estaba lleno de escollos, me restaba muchísimo tiempo, vivía estresada, esclava de la compu.
El proceso vía paypal era tan simple como «informarme» sobre cuántas ventas había tenido y responder algún mail eventual de los compradores. Era la gloria emprendedora!!!!
Había una gran brecha entre los procesos y no tenía un registro real de las ventas (en un solo lugar). Esto no solo me restaba tiempo, sino también calidad de vida.
Un día invertí 2 horas en pensar una nueva estrategia, un nuevo proceso. Lo bosquejé en un papel. Registré cada paso (esto es más valioso cuando ya tenemos la experiencia y podemos observar las dificultades recurrentes) y luego invertí poco menos de 2 horas más en organizar la estructura para hacerlo realidad.
Conclusión: quedó reducido a un sólo paso (bajé 4 del nacional y subí 1 del extranjero), centralicé el control de ventas, bajó mil veces el estrés y la ansiedad y ya no vivo esclava de la compu.
El envío nacional y el registro internacional tiene un solo paso (el mismo) y yo soy feliz!
Con esto les quiero graficar, cómo mucho del trabajo que realizamos en nuestro día a día es superficial y evitable. Cómo observar y revisar los procesos nos salva la vida total (la vida que incluye el emprendimiento, pero también la familia, los amigos, el descanso, la diversión) y nos otorga el poder de seguir creando nuevos productos o servicios, porque tenemos tiempo de calidad para dedicarles.
Estos procesos deben ser revisados cada tanto, para ajustarse o mejorar… a veces para cambiarse por completo. Les juro que es tiempo invertido!
Ni muy muy, ni tan tan
Encontrar el justo medio es la clave de todo buen emprendimiento. Sabemos que el perfeccionismo, el síndrome de la inversión excesiva y/o adelantada, la proyección fuera de los parametros de la realidad ahogan a un emprendimiento aún antes de salir al mundo. Pero el ir sobre la marcha a tientas, dedicar 19 horas al día 300 días al año, renunciar a la vida familiar, al descanso, a la diversión, evitar priorizar o priorizar todo (que es, en definitiva, priorizar nada)… nos seca.
Si recién comenzás, seguramente este no sea tu problema (aún), como las semillitas recién plantadas tu emprendimiento necesita atención dedicada y muchas, muchas horas de trabajo.
Pero si estás en un segundo estadío de tu emprendimiento, si ya tenés una comunidad, tus productos o servicios se venden bien o no tanto como necesitarías… bueno, este post es de vital importancia.
Es una llamada de advertencia.
¿En qué estás invirtiendo tu tiempo?
¿Qué procesos se podrían generar o mejorar?
Parate un momento y observá la realidad de tu emprendimiento, conservá las buenas prácticas y reemplazá las prácticas estresantes o complicadas por nuevas formas de hacer más simple y efectiva.
La idea final es que trabajes menos y factures más.En algún momento tu emprendimiento-brote se transformará en arbolito y solo necesitará ser regado cuando haya sequía y recibir nutrientes en algunas temporadas. Todo lo demás funciona solito y con el ritmo natural, el resto del tiempo te dedicás a idear nuevos desafíos a la sombra fresca de aquello que creaste.