Díganme cuántas veces hubieran querido tener una lámpara mágica para arrendarsela a un genio que les cumpliera cuanto deseo delirante pasara por sus cabeza. Sí… demasiadas ¿no?
Hoy les voy a contar una historia.
Una historia que comenzó hace más de 10 años.
Siempre fui de las que pidió deseos: en los cumpleaños, cuando cruzaba un puente en el instante que un tren pasaba por debajo, cuando se me caía una pestaña, la única vez que ví una estrella fugaz (maldita ciudad)… en fin, era la «the girl of wishes» (la chica de los deseos).
Desear, esperar… desear, esperar más… a algo o a alguien, no importa… pero siempre esperar. Nunca estaba conforme con lo que tenía: ni los afectos, ni las oportunidades. Siempre faltaba algo, siempre sobraba algo.
Una historia con dos nudos y un desenlace
Esta historia tiene dos nudos, dos chispazos de conciencia que se sucedieron con casi 5 años de distancia.
Una navidad, en el balcón de la casa de mis padres, me lamentaba por no tener un novio con quién compartir. Miraba a lo lejos, triste… cuando de pronto una pregunta me asaltó en lo más íntimo «¿Por qué no valorás lo que tenés?»
Como buena mina racional me pregunté ¿Y eso qué significa? A lo que yo misma contesté ¿qué pasa si tenés un novio, un hombre con quien compartir tus días, alguien a quien amar… pero ya no están tus viejos?
Ese día dejé de desear y comencé a vivir.
Que les cuento que ese año conocí al galán de mi vida, nos enamoramos y nos casamos… ah… y eso en un lapso de 5 meses. Ustedes pensarán listo, ahí está el final de cuento de hadas.
Casi 5 años después, la princesa más dulce, curiosa e inteligente nos eligió como papás. Ese 2008, en el día de mi cumpleaños, cuando tuve que soplar las velitas me di cuenta de una cosa: ya tenía todo lo que deseaba!!!
Superada la sorpresa decidí que le regalaría mis tres deseos a otros que los necesitaran. Pedí 3 deseos para tres personas que estaban buscando, luchando, anhelando. Pedí esos tres deseos con las mismas ansias que se piden los propios… y los dejé volar.
Al año siguiente, ya con la beba en brazos volví a tener la misma sensación: «¿Qué puedo pedir si lo tengo todo? Todo lo que me importa en este mundo está conmigo: mi alma gemela, mis viejos, mi hermano, mis amigos, una vida digna, mis sueños realizados y mi rayito de sol que me ensanchó el corazón».
En ese momento, recordando los deseos que había pedido en el cumple anterior me di cuenta que se habían cumplido todos!!!!
Así que a partir de ese momento y desde hace ya 5 años nunca más pedí nada para mi.
Olvidarse de uno es encontrarse
¿Saben qué descubrí? Que la vida nos acerca lo que necesitamos. Que desear sólo es una manera de sufrir, de esperar que algo o alguien interfiera en nuestra realidad.
Yo creo en la magia, pero en la magia del ahora. En la magia que despide miles de estelas de colores cada vez que dos se abrazan, cada vez que una lágrima es consolada, cada vez que logramos sobreponernos a una situación. Cada aprendizaje, cada risa, cada bronca liberada, cada triunfo del espíritu sobre la mezquindad… cada respiración es un milagro!
Vivimos rodeados de milagros a los que no valoramos porque estamos tan ocupados pidiendo, sintiendo que nos falta, que no llegamos, que no tenemos.
El mejor momento de tu vida es hoy!! Aún cuando no lo logres comprender, aún cuando te estén pasando cosas horribles… Cada experiencia es una prueba de que estamos vivos, que tenemos la posibilidad de sobreponernos, de poner en funcionamiento la voluntad.
Creo firmemente que la voluntad es la energía del alma y que cada vez que nos sobreponemos a la inercia, a la desesperanza, al desgano, al «no puedo»… cada vez que saltamos de la zona de confort en post de un sueño… esa voluntad genera millones de chispas de los colores más maravillosos dandole a nuestra vida la nitidez que sólo se percibe cuando son los ojos del alma los que miran.
La vuelta de tuerca que lo cambia todo
Así que en vez de desear, comencé a dar. Dar sin prisas, sin especulaciones, sin peros…
¿Y saben qué pasó?
La vida me empezó a sorprender con regalos inesperados, amistades luminosas, alegrías compartidas y mucho, pero mucho amor en cada rincón del planeta.
Edith
Preciosa historia mágica y real, gracias por poner en palabras el poder que tiene el amor 🙂
Cin
Muchas gracias Edith!!! El poder del amor es exquisito, hay que dejarse guiar por él y dejar de lado las mezquindades y especulaciones.
Gracias por pasarte a comentar 🙂