Tomarse unos mates a la orilla de la piscina un día de semana y laborable es como el Caliz de todo emprendedor. Uno anhela ser dueño de sus tiempos, de sus decisiones, de sus ganas de desconectar cuando necesite sin que por ello el negocio se caiga a pedazos.
Ahora, la imagen de la emprendedora con la notebook a la orilla de la piscina trabajando mientras toma sol es un mito:
1º no ves nada con la resolana,
2º la compu te quema las piernas,
3º si alguien se tira y salpica lo querés matar
4º nunca tenés un enchufe cerca
5º terminás con un bronceado extrañísimo y en la batería siempre se pone en huelga en el minuto previo a guardar tu documento.
¡Una real porquería!
¡Si van a descansar hay que desconectar! Sino quedate en casa :-/
Bueno, eso aprendí a hacer yo. Tener momentos de desconexión total, momentos en los que puedo recomponer fuerzas y vislumbrar horizontes. Claro que para eso tengo que tener las cosas funcionando y dejar programadas entradas o tener productos o servicios que funcionen solitos. Otro día les cuento de esto. Hoy me quiero centrar en mis hábitos productivos, esas cosas que hacen de mi vida algo maravilloso.
1. Me levanto super-temprano
Qué vas a encontrar aquí
Ok, no todos los días de mi vida, pero sí cuando abunda el trabajo. Uno de los errores más frecuentes al planificar acciones productivas es no tener en cuenta «el ruido ambiente» y con eso me refiero a los chicos que se levantan, el preparar el desayuno, el teléfono que suena, la media que no aparece… en fin: todas las cosas que hay que hacer por las mañanas si uno no vive solo.
En términos de concentración, cada distracción -aunque sean unos pocos minutos- nos hace perder ritmo y eso nos lleva a un sinfin de complicaciones. ¿No se sienten a veces como tornillos que giran en falso? Parece que hacemos muchísimo -así lo acredita nuestro cansancio extremo- pero al final del día no hicimos nada. A mi me pasaba seguido.
Otra cosa que pasa seguido es esa sensación de sentirse miserable por no poder darle bolilla a los chicos o darles bolilla y sentirse miserable porque se nos está acumulando el trabajo. Mi solución fue un pequeño sacrificio que me permite pasar más tiempo con mi hija y disfrutarlo al 100%.
La clave es encontrar 1, 2 o 3 horas al día de paz absoluta. Un tiempo en el que sintamos que estamos «al mando». A mi me sirve de madrugada, a otros les sirve de trasnoche.
Para los que me preguntan ¿Cómo hago para levantarme todos los días a las 5 o a las 4 de la mañana? Les cuento 3 secretitos:
A. Antes de acostarme dejo por escrito la lista de cosas más importantes por hacer, las primeras 3 tienen que ver con asuntos que necesitan mi total concentración y energía mental. Es decir, me voy a dormir con la mente libre de «tengo que hacer». Dejo también preparado el mate, ordenado el escritorio y las cosas que voy a precisar a mano. No tiene onda levantarse tan temprano y después andar como un zombie por toda la casa buscando una mañanita. Al que madruga Dios lo ayuda, siempre y cuando sea previsor, eh!
B. Al programar el despertador (que es una musiquita suave y no el 7mo regimiento de caballería jajaja) mentalizo para qué es necesario que haga ese esfuerzo. Los: podría adelantar, estaría bueno si… no funcionan. Tiene que ser algo necesario, contundente. Al sonar la alarma la mente es astuta para tirar por tierra toda intención difusa. Hay que ser claros!
C. Si puedo, duermo una siestita. Es imposible sostener un ritmo frenético sin que el cuerpo acuse recibo. Hay días que no se puede, pero trato de hacer un huequito de al menos 20 minutos tiempo que comparto también con mi hija, una cuota de mimos y abrazos siempre es reconfortante a mediodía.
2. Le digo chau a la TV
En casa no tenemos tele, leemos el diario los sábados y los domingos y visitamos los diarios online solo cuando hay alguna noticia relevante (estas, casi siempre, nos las enteramos por Twitter).
Creo que ya les conté que de chica mis padres decidieron sacar la tele de casa y nosotros también adquirimos este hábito saludable.
Vemos series o pelis cuando tenemos ganas y nada más. Eso nos da espacio para hablar entre nosotros, pasar más tiempo compartiendo, leer más, escuchar música, bailar y otras cosas superdivertidas que a veces uno olvida cuando tiene el control a mano.
Esta fue una decisión personal y familiar de la que estamos satisfechos. En casa logramos concentrarnos, crear y disfrutar de tiempos de silencios prolongados (necesarios para la meditación y la reflexión) Además ganamos muchísimo tiempo que es lo único irremplazable del mundo.
3. Evito las reuniones
Esto es una elección personal sobre mi vida profesional. Reduzco el tiempo de reuniones al mínimo posible. Cansada de perder tiempo y sumar pendientes decidí que las únicas reuniones laborales que tendría serían las sesiones (donde trabajamos codo a codo, nada de charlar del clima) y las reuniones de ajuste de todo gran trabajo. Nada más.
Gané en calidad de vida y efectivamente estoy cambiando el mundo.
4. Uso mi sistema productivo
Tengo también un sistema productivo, el mismo que comparto en «simplificá tu vida» y ayudo a aplicar en el «Programa 52 semanas: Productiva y feliz»que me ayuda a optimizar esfuerzos y reducir culpas. Hago lo mejor posible y disfruto de los procesos.
5. Dejo que fluya
Cuando algo me agobia o comienzo a dar vueltas sin lograr resolver el asunto… me pongo a hacer otra cosa. Aprovecho el tiempo organizando estantes, lavando ropa, saliendo a pasear, voy al balcón a regar las plantas o pasar cera. Trato de no ofuscarme. Mientras más te emperras menos te salen las cosas.
Hay que poder desapegarse del problema, hacer algo diferente. Esos 5 o 10 minutos que dejamos de pensar, nos traen casi siempre la solución. Hay una frase de Napoléon que lo ilustra bárbaro: «visteme despacio que estoy apurado», mientras más ansiedad depositamos en terminar antes, lograr una solución o iluminarnos con una idea… más lejos estamos de encontrarlo.
seelvana
excelente post, lo abrí, dije «lo leo depsués» y no me aguanté!
Ahora desconecto internet y a laburar!
Gracias!
Cin
Hello doña Selvanilla!!!!!!!!
Oh, pero que alegría me da la urgencia 🙂
Muchas graciasssss y así es, para concentrarse hay que desconectar!
Adieu amigaaaa
Nené
Muy buen post!!! Lo de la tele es muy cierto. Cuando la apago hago el triple de cosas. Además, parece que sumara como una obligación más el «ver un programa que está bueno y empieza a tal hora», porque si me lo pierdo no pasa nada, el mundo sigue andando y yo aproveché mejor mi tiempo.
Cin
Hola Nené, bienvenidaaa!
Sí, exactamente en eso reparé y me dije: vamos a aprovechar esa hora en algo más productivo. A veces la tele está prendida de fondo, «para hacernos compañía», pero termina siendo una compañera molesta que no nos ayuda a concentrarnos en las tareas.
Abrazo y gracias por pasarte a comentar!