Hace ya un tiempito que vengo posteando en FB reflexiones de vida sobre emprendedorismo. Esta semana me pasaron tantas cosas que me llevaron a reflexionar que sentí que tenía que dedicarle un post entero en mi blog. Creo que le puede servir a más de una, porque de alguna misteriosa y mágica manera estamos unidas y lo que le pasa a una, le pasa a todas.
Un ejercicio saludable
Qué vas a encontrar aquí
Reflexionar sobre los acontecimientos, sobre los sentimientos o sobre lo que pensamos en un determinado momento es un ejercicio prioritario y propiamente humano. Solo las personas tienen esa capacidad de volver la conciencia sobre sí mismas y observarse.
Para mí, reflexionar es a la vida del sentido lo que respirar es a la vida física.
Vivimos tan apurados, tan pendientes de la lista de cosas por hacer… que nos olvidamos de Ser. Se nos escapa la vida en pequeñeces que al final de los días descubrimos que no nos sirven para nada. Por eso creo que tomarse un momento para pensar sin apegos, para ejercitar la observación, para escabullirse de la justificación o el capricho es fundamental, no solo para el crecimiento personal sino también para el saludable crecimiento de nuestros emprendimientos.
La vara de bambú
Los orientales dicen que hay que ser como la vara de bambú, flexible y resistente. Siempre me gustó esa analogía, pero fue recién esta semana que comprendí su verdadero significado.
Creo que ya les comenté que hace rato que no espero nada, dejo que la vida me sorprenda y me va genial. Pero ¿Qué pasa cuando las cosas que estaban dadas de pronto cambian de rumbo? ¿Qué pasa cuando organizamos nuestra vida en torno a una certeza y de pronto esa certeza se evapora?
Creo que allí entra la vara de bambú.
Se puede estar en dos lugares a la vez
Les pongo un ejemplo súper real: Meena y Ceci me invitaron a su #cumplebotánico, Fer estaba de viaje así que pregunté si podía ir con Aimé a lo que las chicas respondieron con un enorme Síiiiii 🙂 Listo, asunto súper resuelto.
La noche anterior al evento llama mamá del mejor amigo de hija para invitar al cumple en su casa en el mismísimo horario.
Mi pensamiento fue: «ok, chau cumple botánico» obviamente priorizo a mi hija, eso no fue nada extraordinario.
En eso recuerdo la imagen de la vara de bambú. Pienso que la sensación de todo o nada no es aplicable al 100% de los casos. Me viene la imagen de «out of the box» (pensar fuera de la caja) me tomo un momento para reflexionar.
Y que pasa sí... al día siguiente pregunto: «se puede quedar media hora más» a lo que la mamá responde «sí, claro».
Conclusión: Dejé a hija, tomé el bondi, me bajé en la esquina de Mooi; me encontré con Vero. Llegamos, me encontré con mis amigas blogueras, grosas ellas, conocí en persona a Jessi; celebramos y me fui para llegar súper bien de horario y abrazar a mi hija.
Confiar
Este ejemplo pavo se puede traspolar a exactamente todo lo que acontece a tu vida. Ser flexible y resistente. No cerrarte a las posibilidades. Encontrar la salida creativa a las situaciones conflictivas o complicadas. Abandonar el papel de víctima del destino y tomar las riendas absolutas de tu vida.
Cuando las cosas no salen como se «suponía» que tenían que salir, en vez de comenzar a despotricar o a deprimirte, probá con respirar profundo y «dejar que la vida te sorprenda» . Es increíble cómo las cosas terminan por acomodarse solitas.
Porque una no puede considerar tener un emprendimiento exitoso si no tiene ni siquiera el control sobre su propia vida. Si vamos de acá para allá como títeres de las circunstancias, difícilmente podamos forjar un imperio balanceado. Tantas veces en la vida escuchamos: «O lo uno o lo otro» cómo nos angustia tener que elegir siempre, sobre todo si esas elecciones las sentimos como definitivas ¿Y si te dijera que se puede lo uno Y lo otro? ¿Y si te dijera que las elecciones en la vida no tienen por qué ser definitivas?
Contame ¿En qué situaciones te parece que estaría bueno aplicar la analogía de la «vara de bambú»?