«Me fijé con singular atención en todas las cosas, como si presintiera que aquel día iba a ser importante, quizá el más importante de mis días» Borges
Qué vas a encontrar aquí
Quizás alguno recuerde la sucesión de Fibonacci. Quizás alguno tenga a flor de memoria el Nautilus. Quizás alguno logre relacionar que la vida perfecta es aquella en la que nunca sabemos en qué vuelta va a aparecer el número dorado y lo va a convertir todo en maravilla.
Y lo más fabuloso, es que no hay que quedarse esperando. Hay que salir a buscar. Y para encontrar hay que saber mirarse. Y para mirarse hay que aprender a conocerse.
¿Eres singular?
Recuerdo que me encontré «de casualidad» con esta pregunta en una callecita de mi dulce Barcelona. Entró así, como un insight queriendo ser descubierto y anidó en mi a la espera el momento exacto para germinar. Curiosamente germinó cuando escuchaba «Petricor», como si ese olor a tierra húmeda se escurriera hasta la idea y la despertara.
La vida tiene estas vueltas. Estas vueltas maravillosas que hacen poner a prueba todos nuestros dichos, todo nuestros saberes, todas nuestras esperanzas.
La vida tiene estas vueltas. Estas vueltas maravillosas que nos hacen bailar con nuestros sueños, pero que también nos enfrentan con la realidad en un cara a cara con ritmo de tango.
Por eso, quizás por eso, uno recién encuentra el sentido de su vida cuando llega a algún punto en donde puede volver la vista hacia atrás y ver las conexiones. Donde puede volver la vista hacia el sí mismo, y verse.
Y es recién cuando se produce este gran insight, esta revelación, que nace la urgencia del compromiso. Del compromiso por ser finalmente quienes vinimos a ser. Del compromiso con nuestra singularidad.
Con estrella [1]
Se imaginarán que mi carrera no era es popular, las chicas de mi edad querían ser maestras jardineras, abogadas o psicólogas… yo quería ser Lic en Ciencias de la Educación. Cursábamos tan solo 7 u 8 almas. Yo, la más cachorra; los demás directores de escuela, asesores, docentes experimentados.
– ¿Qué hace una nena estudiando Ciencias de la Educación? – Me preguntó una compañera, coordinadora educativa de un importante centro.
-Es la carrera que me enamoró- le respondí.
Me miró escéptica. Ella no podía saber que analicé concienzudamente los programas de muchas carreras afines, hasta que encontré la que me eligió a mí.
-Y por qué no maestra o profesora?
– Simplemente porque no me alcanza.
– Ah, era ambiciosa la nena! Por qué no te alcanza?
– Porque yo quiero conocer los procesos y cambiarlos.»
22 años después de esa conversación las cosas se ven distintas, pero se sienten iguales.
Los caminos de la vida me llevaron por otros lugares, lejos de la educación formal y las políticas públicas, pero más cercanos a mis sueños: conocer los procesos y cambiarlos.
Sueños singulares
Cuando uno deja volar un sueño debe ser lo suficientemente inteligente como para reconocer cuándo y cómo moldearlo en realidad.
Si estamos esperando una forma, quizás nos pasa por al lado y nos lo perdemos. Hay que tener la mente abierta, correrse de los «se supone», «debería», «si no es así, entonces…». Pensar fuera de la caja, arriesgarse.
Cuando me preguntan cómo es que uno llega a tener todo lo que siempre soñó y tal vez más, mi respuesta siempre es la misma:
- Tener claro cuál es tu propósito
- construir sueños a partir de allí.
- Desenredar cada sueño de manera que sólo quede la punta del hilo en tu mano, y a partir de ahí comenzar a armar la madeja.
- Hacer cosas ( nunca quedarse sentado esperando!) que te acerquen a él, sin forzarlas… muchos sueños son laberintos, si nos desesperamos terminamos atrapados en una maraña y el hilo se corta o nos asfixia.
Cada vez que sentimos que una nube negra nos persigue donde quiera que vayamos, no hay que seguir huyendo. Tenemos que enfrentarla: detenernos a respirar, llorar de ser necesario (llorar fuerte, sacarlo todo afuera), gritar (pero gritar de veras!), abrazarnos (nosotros, a nosotros mismos), lavarnos la cara y seguir adelante. Sólo así debilitamos a la nube.
Tenemos ese poder.
Esa nube puede venir cargada de preconceptos, mandatos (propios, ajenos, sociales), ilusiones, miedos, traumas, frustraciones, dudas, falta de autoestima, y un largo etc.. Hay que vaciarla, hay que dejar que llueva todo hasta que sea tan solo un pompón de algodón, de esos molones que nos recuerdan al cielo una tarde de verano.
Con estrella [2]
Y aquí estoy, ejerciendo mi profesión a pleno, aunque no cambie procesos en el sistema educativo de un país [lindo saber que en Finlandia, o en Barcelona hay proyectos educativos que se asemejan bastante a lo que imaginé cuando comencé a cursar mi carrera], aunque oriente a emprendedores por aquí, o cocine por allí, o escriba cuentos en Instagram. Todo es parte de quien soy, de mi singularidad.
Cuando uno abraza su singularidad, la vida se convierte en eso que siempre soñó.
Hay que poder correrse del lugar de lo esperable para comenzar a transitar el camino real, el nuestro, el que nos lleva directo a ser quienes vinimos a ser. Porque es ESE camino y no otro el que nos acercará a conectarnos con quienes vinimos a conectar, porque en ese sendero es donde seremos auténticamente felices.
Si estás en uno de esos momentos en los que no tienes claro hacia dónde te diriges, sientes que has perdido el rumbo, que vas de tumbo en tumbo intentando hacer lo que a los demás parece haberles resultado bien… te invito a frenar, te invito a tomarte un té, a buscar tu momento de reflexión y abrazar tu singularidad.
No sé por qué uno tiende a hacer lo contrario: en vez de tomarse un momento para analizar la situación en la que se encuentra, sigue avanzando, pero avanza a ciegas y allí todo parece desmoronarse.
Hay que saber detenerse, abrir los ojos, verse, reconocerse, reconocer al otro, rectificar lo que se pueda, aceptarse y avanzar. En el emprendimiento, en la vida. El proceso es similar.
Aquí estoy, por si sientes que puedo ayudarte a resignificar tu emprendimiento, por si necesitas comprender qué es lo singular en él o en tí. No hay que renunciar a vivir para sobrevivir. Hay que buscarle la vuelta… y quizás, en esa vuelta descubres a tu número de oro y todo comienza a tener sentido. Que así sea!!
Euge Cordeviola
Cin, recién hoy leo este post y me encantó! Así es ???? Gracias por compartir tu experiencia. Me quedó con esta frase como inspiradora para la reflexión: «Hay que poder correrse del lugar de lo esperable para comenzar a transitar el camino real, el nuestro, el que nos lleva directo a ser quienes vinimos a ser». Beso grande!
Cin
Gracias Euge!!! Y claro, las experiencias no son transmisibles, pero a veces conocer las de otros que están en el mismo camino nos ayuda a pensar las cosas desde otro lugar. Abrazo enorme!