Ayer tuve exactamente lo que se dice un día desmotivador. Al terminar el maratón de «servicio técnico», «atención al cliente» y resolución de tareas de programación y administración, en donde todo parecía salir mal, quedé vacía.
Nada de lo que tenía planificado para hacer que ese día valiera la pena en mi emprendimiento (según mis estándares) pudo ser tildado. Ojo, facturé un montón (estoy de preventa -a un precio absurdo- de los Planners Bling 2015), pero les juro que sentí que si mi vida emprendedora fuera así todo el tiempo… en un par de meses seguro iba a estar con ganas de largar la toalla: completamente desmotivada, estresada y harta.
Pasado el temblor, pensé que OBVIAMENTE las cosas pasan por algo.
Superar la desmotivación por agobio
Qué vas a encontrar aquí
¿Qué hice?
- Puse en pausa la lista de pendientes del día.
- Anuncié en mi página de Fb que el post no iba a salir el jueves como siempre. Bajando las expectativas, me descomprimí bastante… Qué iba a escribir sobre cómo «re-motivarse» si yo misma estaba pasando por un momento de agobio emprendedor????
- Me concentré en resolver los inconvenientes técnicos, las dudas, las ansiedades, las dificultades de una a la vez y lo hice con mi mejor actitud, dándolo todo de mi. No se si las muchachas pudieron sentir que estaba allí para ellas, pero mi conciencia está tranquila que así fue.
- Tomé nota de la urgencia de revisión de un aspecto de mi sistema productivo (referido a esta área de mi emprendimiento) que fue puesto a prueba al máximo ayer y falló.
- Corté todo, me puse el delantal y preparé un platillo irresistible para la familia. Celebramos con helado, leímos cuentos, desordenamos, ordenamos, me reí de las ocurrencias de las chicas, y me reuní nuevamente con mi día complicado. Ya tenía otro color, aunque el mismo aspecto (jajajajaj) pero yo ya no era la misma.
- Volví sobre mi lista de pendientes, la observé detenidamente, seleccioné una y solo una de esas cosas que requería con urgencia mi atención.
Me había bajado el grado de frustración (reemplazado por un gran gran gran cansancio) porque sabía lo que tenía que hacer en estos días: armar tutoriales, responder preguntas frecuentes, modificar algunas cosas puntuales, mejorar otras.
Todo esto no pudiera haberlo notado si no se ponía a prueba mi sistema y hubiera colapsado…. (y yo hubiera elegido colapsar también)
Y es tan verdadero! Si este día fue para el olvido, con urgencia hay que buscar una forma de volverlo aprendizaje: ¿Qué hiciste siempre y qué podés hacer distinto para que esto cambie?
Ese es mi primer consejo para aquellos que viven esta situación agobiante, buscar nuevas formas de hacer o buscar ayuda.
La magia de uno puede ser la carencia de otro. Pero cuidado, no vayan a meterse en un pantano queriendo escapar de la laguna. Cuando el piso está resbaloso no hay que correr. Cuando algo está mal hay que tomarse el tiempo para saber bien qué es.
Solución: Volver al origen
¿Por qué comenzaste a emprender? A veces modificamos el rumbo tantas veces que terminamos por no saber bien quiénes somos, qué hacemos y/o qué queremos.
La cotidianidad, el deseo, el «no desaprovechar oportunidades», la ansiedad por más… nos fagocitan la motivación hasta secarla. Cuando nos sintamos atrapados, comencemos a sacudirnos todos los agregados hasta dejar sólo lo que nos hace feliz. Luego tomemos un momento para evaluar:
- Lo que me hace feliz sigue siendo lo mismo que me hacía feliz cuando comencé con esto?
- Lo que me hace feliz y el principio de realidad se llevan bien?
- Si dedicara más tiempo a lo que me hace feliz, me sentiría bien haciendo el resto de cosas «que hay que hacer»?
- Qué necesitaría para poder dedicarle más tiempo a lo que me hace feliz.
- Qué tendría que soltar?
- Qué tendría que hacer diferente?
Tomate un momento para pensar, re pensar e intentar de ver las cosas desde otro lugar.
Reflexión sanadora: ¿Lo que te mantenía a flote era motivación o fantasía?
A veces la falta de motivación es simplemente que se «te pinchó el globo». Vivías en la fantasía de lo que sería emprender, en lo mucho que descansarías o en lo maravilloso que considerarían tus productos y servicios… pero la realidad te tiró un balde por la cabeza y todavía no estás segura que tuviera agua fría.
Pasadas las estrellitas del cocazo, te invito a reflexionar acerca de tu verdadera motivación. Sacudite los pensamientos fantasía, los deseos, las ilusiones o las falsas urgencias y vinculate con lo que de verdad te motiva.
Si descubrís que nada de lo que es un emprendimiento (la mirada realista de aquel que comenzó a emprender) te llena de alegría. Si sos las que prefieren lo seguro, lo rutinario, lo manejable. Si sos de las que responden mejor a la orden, al límite ajeno. Si tenés miedo de tomar decisiones. Si crees que con un sólo producto o un sólo servicio vas a salvarte para toda la vida… entonces amiga, lamento desilusionarte, pero ser emprendedora no es para vos.
Nada tiene de vergonzoso darse cuenta que nuestra verdadera motivación estaba basada en una falsa creencia que ser emprendedor es rascarse el pupo mientras los dólares entran {Qué mal que le hacen al mundo emprendedor los relatos de gloria de Zuckerberg y similares!! el falso sentido de que ser exitoso es llenarse de guita con un descubrimiento simple y un poco de trabajo} y la realidad nos despertó con un sopapo de laburo, toma de decisiones, aprendizajes y búsqueda de balanceo en movimiento.
¿Estás pasando por alguna de estas experiencias?
¿Te sentís en una encrucijada y no sabés qué camino elegir?
¿La pasaste ya, y te sentís en paz con la decisión que tomaste?
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Mote Softs
Me encantóooooo, muy bueno lo del principio de realidad! jajaja 🙂
Lucía Puiggrós
Gracias por tu sabiduria Cin!! De verdad me voy a sentar y hacerme varias preguntas! Yo todavía estoy con el piecito a punto de dar el peso de emprender o no, si dejar mi laburo fijo o no, pero cositas me dan miedo!!