Esta semana ha sido un enterarse de sociedades que terminan mal, muy mal; emprendedores que copian con descaro a otros y un par de avivados que creen que una idea es tan unidimensional que se puede replicar simplemente poniendo el mismo título. Lo que yo llamaría una temporada invernal.
Una semanita que … bueno, vamos, que justo coincidió con la llegada de los fríos, el cielo gris encapotado, las dead lines agobiantes, la salud que ha tenido mejores épocas y las pocas ganas de rutinas.
A veces me pregunto qué hace que me ponga mal con las miserias de los demás o me alegre con sus aciertos y buena fortuna. Durante mucho tiempo no tuve respuestas, hasta que un día conocí la palabra empatía y años después descubrí la interesantísima investigación sobre las neuronas espejo. Entonces todo me cerró y me dejé de preguntar.
Una historia de traumas y aprendizajes
Qué vas a encontrar aquí
Ahora te quiero contar una historia, al principio pensarás que no tiene nada que ver, pero luego verás que lo es todo.
Comencé el año con la alegría de festejarlo con mi familia del cuerpo y mi familia del corazón, cantando a grito pelado «voyage, voyage» y riéndonos de cualquier pavada. ¡Felices!
Unos días después ibamos a pasar el día en la quinta de unos amigos y me puse manos a la obra para llevar cosas ricas y caseras: galletas de queso, budín de naranja y chocolate y bundcake de cerezas, coco rallado y chocolate blanco. Estaba en pleno despliegue cuando me rebané el dedo. No vamos a entrar en detalles, pero les juro que pensé que lo perdía. El tema no era el dedo ni la sangre que chorreaba, sino que mi peque de 5 años no se espantara. Por suerte nunca grité ni hice pucherito y marido (un capo) tiró azúcar en la herida y con hielo se frenó la hemorragia… luego, todos corriendo al sanatorio. Conclusión: 10 puntos, una antitetánica y antibióticos. Divino todo. Incluidos los 5 Dres, reyes de la empatía, que venían a ver cómo me había achurado el dedo con la minipymer y hablaban, como si yo no estuviera allí.
La recuperación fue lenta. Primero no quería ni mirar. Me dolía horrores. Cada curación era revivir todo. Luego me animé a ver y poco a poco acepté que lo que había pasado era para siempre. Quince días después, me sacó los puntos un Dr. que también se llevó empatía a marzo-. El panorama no pintaba nada, nada bien.
«Calculá que recién después de los 6 meses vas a comenzar a tener algo de tacto en ese dedo» me dijo cuando yo ya estaba en la puerta del consultorio.
Si algo rozaba mi dedo me estremecía. Tenía una hipersensibilidad rarísima… porque no sentía nada y a la vez lo sentía todo. Mi dedo estaba feo y eso me entristecía. Yo amaba mis manos, mis manos de pianista -según mi profe de música de la secundaria- … y ahora tenía un dedo feo, horrible, espantoso. Un dedo que se pone medio negro de vez en cuando. Un dedo que se quedó sin fuerzas y que duele al golpearlo. Tardé un tiempo en aceptarlo de nuevo, con sus cambios. Me permití jugar: lo disfrazaba y decía que era mi dedo pirata.
Poco a poco volvió a ser parte de mi mano, en movilidad y tacto… y aunque aún no recuperé la circulación, ni el tacto del todo. Y aunque, al decir de mi hermano, parezca que le sacaron punta (jajajajaj mi hermano y sus ocurrencias! Lo amo!!!)… acepto que ya nada será como fue y que mi realidad es la que es.
Cuando veo una minipymer el dedo se encoge solo… es como si tuviera miedo. Mi dedo tiene sentido de supervivencia, fantástico!
De traumas de confianza y otros aprendizajes
Los dolores que no han sido llorados y expiados en su momento regresan una y otra vez a nuestras vidas como restos de un naufragio
— Mely?#ElMotivoEresTú (@la_oveja_negra) June 12, 2015
A los dolores hay que llorarlos el tiempo que sea necesario y luego… luego hay que dejarlos ir.
De pronto con esta experiencia comprendí cuál es el proceso que atraviesan los traumas físicos, emocionales y mentales. Hay que hacerle lugar al duelo, dejar que drene la angustia, aceptar que lo que era ya no es, aprender a vivir con esa nueva condición, reeducar la mente, el cuerpo o la emoción. Desdramatizar un poco, despersonalizar, corrernos del apego a las cosas.
¿Y qué es una ruptura entre socios, el descubrir que alguien te ha copiado descaradamente, el ver fracasar un emprendimiento o una idea a la que le habías puesto todas las fichas… sino un trauma?
Amigas, la historia de mi dedo es la historia de todas. El proceso es similar, el dolor también.
Esta vivencia del dedo me dejó clarísimo y en carne propia que todo trauma deja marcas, marcas que no se pueden ocultar y que al verlas nos recuerdan todo el sufrimiento. Pero la vida es increíblemente sabia… conforme pasa el tiempo la cicatriz se aclara y el dolor es solo un recuerdo. Uno no puede volver a vivir con intensidad ese dolor… queda como recuerdo y, si supimos superarlo, queda como aprendizaje.
Cuando la empatía falla, la vida se ensombrece
La vida avanza por los resquicios del odio o del amor… se abre paso. La vida es cambio y transformación. Negarse a eso es negarse a la vida misma.
Las sociedades se terminan, las ideas se replican (a veces de la manera más estúpida del mundo), los proyectos fracasan… el asunto es cuando la empatía falla, y de pronto centramos todo el asunto en nosotros mismos y nos olvidamos del otro. Las cosas no nos pasan solo a nosotros, les pasan a todos. El odio, la venganza, la mala leche solo nos hablan de miedo. Miedo al cambio, miedo a lo desconocido, miedo a lo nuevo, miedo a dejar ir, miedo a no poder, a no saber, a dejar de ser. El miedo engendra siempre violencia y la violencia engendra odios y vendettas… y sufrimiento … y el círculo vicioso se vuelve cada vez más violento y odiado. Uno debería tener pena del violento, sin embargo le teme y al temerle -sin querer- lo empodera.
Hay reacciones naturales y reacciones malvadas. Hay errores humanos y errores especulados. Hay ciclos que terminan y ciclos que son terminados. Los primeros son parte de la vida, los segundos dan bronca porque los sentimos como un ataque a nuestra integridad. A veces ese ataque fue gestado por nosotros mismos (la mayoría de las veces en forma inconsciente) otras veces recibimos los palos por elevación. De cualquier forma: duele!
Un pixel muerto en la pantalla de tu compu es un minúsculo puntito rojo que no te hace mella. Pero un par de miles de pixeles pueden significar pérdida de una porción de tu visual. Habrá partes de esa realidad (la imagen en la pantalla, ponele) que quedarán a oscuras para vos, que no verás, que desconocerás.
Ese es el trauma.
Mientras uno tome conciencia que eso en natural por un tiempo y que lo que percibas será producto de esa experiencia, no habrá consecuencias mayores. Pero cuando uno desconoce este hecho… todo se ensombrece. Todos nuestros juicios de valor serán emitidos de acuerdo a lo que veamos… y si esa visión es parcial, nuestros juicios de valor también lo serán.
Una cosa es el dolor: de la pérdida, de la herida, del descubrimiento. El dolor es natural, el dolor está bien. Y otra cosa es generar toda una reacción mental sobre el asunto. Una reacción que será como un alud. Las palabras siempre traen consecuencias. Uno dice cosas feas cuando se enoja. Dice y hace. Uno dice cosas hirientes cuando está confundido. Cosas de las cuales luego se arrepiente. Pero las palabras que se dicen no se pueden retractar. Lo dicho, dicho está. Las palabras también lastiman.
La empatía que todo lo sana
Si tuviéramos más empatía, si pudiéramos ponernos en el lugar del otro… las heridas comenzarían a sanar.
Ponerse en el lugar del otro no es justificarlo, sino comprenderlo. El dolor no se desvanece con esto, las acciones no deberían quedar impunes con esto… pero la mente encuentra la paz. Y cuando la mente encuentra la paz puede comenzar a ver las cosas en su real dimensión.
No seremos ni las primeras ni las últimas que suframos muy fuerte por algo. Eso seguro. Pero nuestro dolor siempre será más profundo que el del resto, porque es nuestro. A no ser … a no ser que podamos despegar los ojos del espejo y ver a través de él… y de pronto nuestro dolor será nuestro, pero no será más profundo… porque allá, del otro lado del espejo hay alguien que también sufre… alguien que quizás siente que se equivocó, alguien que no sabe cómo volver el tiempo atrás y desdecirse de todo lo que dijo o todo lo que hizo. Y si, de pronto… ese espejo desapareciera, y allí, frente a nosotros estuviera ese otro. Y si ese otro nos viera a nosotros, sufriendo. Ambos comprenderíamos que hay procesos naturales y buscaríamos la mejor manera de resolverlos con justicia…. y nos demoraríamos en un abrazo eterno, y nos pediríamos disculpas. Y cada uno seguiría con su vida.
Lamentablemente esto no pasa seguido.
Cada quién queda encerrado en su propio dolor, mirándose al espejo del odio y el resentimiento y alimentando este círculo eterno de fracasos y tristezas. Cada uno teme dar el primer paso en una reconciliación que se le figura imposible. Tememos demostrarnos débiles, porque siempre se hace leña del árbol caído… sin comprender que quien da el primer paso siempre es el más fuerte. El que, a pesar de estar muerto de miedo o de vergüenza, se sobrepone y actúa.
Ser fuerte es ser valiente. Ser valientes en enfrentar. Enfrentar es empoderarse. Empoderarse es convertirse en quienes somos realmente.
Nana de Libretas y demases
«Ponerse en el lugar del otro no es justificarlo, sino comprenderlo.» Una vez que entendemos esa diferencia, todo el proceso se hace más simple, doy fe de ello. ¡Qué buen post, Cin!!! Besito y muy buen finde.
Flower Parrot
Que cierto lo que decis. Me haces acordar a mi hermana que hace 12 años tuvo un accidente en la ducha. Se resbaló se cayó y se cortó arteria venas de la mano derecha. Después de tres operaciones complejas, de no recuperar bien la mano, el tacto y los movimientos, un médico capo le dijo: no vas a poder jugar más al hockey ahora.
Ella, qué hizo? volvió a entrenar, volvió a jugar y aprendió a escribir otra vez.
Correrse de la queja, del no voy a poder es díficil, pero es más fácil para ser feliz.
Beso
Cyn
Flac_k
Cin, no sabía que lo de tu dedo había sido taaan grave! lo siento mucho.
Yo te cuento que comencé una sociedad y yo misma la terminé, llegó en un momento de mi vida en que mis prioridades eran otras, para mí mucho más importantes. No quise seguir, tal vez no hubo empatía, pero en el camino herí y me sentí herida también y ahora no he querido dar el siguiente paso…no me siento suficientemente fuerte. Le estoy dando tiempo al tiempo…
Un abrazo!
Paula @ Cocina Central
Uy, que buen post. Justo anoche me pasó algo y pareciera que tus palabras me estaban esperando! Me encanta como escribís y esto hoy en particular me llegó al fondo del corazón. Gracias! Siempre pienso que cualquier cosa que uno escribe es suficiente con que sirva para alivianar el peso a una sola persona. Buen fin de semana!
Gisefour
Tremendo post Cin! decís tantas cosas! me quedo con el final: ponerse en el lugar del otro a lo que le agrego: mirar las cosas desde distintos puntos de vista..o hacer en intento al menos…algo de eso puse en mi post de esta semana! abrazo grande y buen finde!
Florencia Ferramondo
Excelente Post! me encanta leerte
Vir Podesta
Ayyy Cin! Yo te leo y me pregunto ¿Cuantos años tiene esta chica? ¿40 o 40.000? Lo que uno escribe y esa forma de decir habla de alquien sumamente sensible,que puede decir acerca de dolores mas profundos que quizas se han comprendido a través de un accidente doméstico.
Me encanta la forma de decir y acuerdo completamente con el lugar de la empatía. Hay gente que carece de esto y lo único que podemos hacer es dejarlos ir. Tanto sea en la vida personal como en la profesional. A veces tenemos empatía,a veces no, pero siempre aprendemos de una situacion adversa.
Me pasa que me identifico cuando escribis y me tomo mi tiempo para leerte porque es un lugar donde uno puede reflexionar con otros y con uno. Compartir y seguir siendo eternos aprendices.
Te recomiendo el libro de mi amiga Valeria Schapira. Se llama ¨Dolores del Alma¨y ella se inspiró en escritores geniales como Tomas Moore que habla de las noches oscuras del alma como un momento,un período corto o largo,pero que seguramente nos dejará un gran aprendizaje. hay que atravesar todo con lo que eso conlleva, hay que animarse, hay que vivirla. Y hay que vivir la de uno, poniendose en el lugar del otro. muchas veces lo que recibimos no tiene que ver con nosostros, sino que funcionamos como fusiles para las broncas que el otro trae consigo. lo hemos hecho todos sin querer, pero reconocerse es empezar a aprender.
A algunos nos lleva años de psicoanálisis, para otros es mas fácil ,pero en definitiva hay que APRENDER a vivir con los dolores, para poder explotar tambien de felicidad.
Leo a otras y agradezco ser empática (que no es lo mismo que querer agradar a todo el mundo…eso no me interesa realmente).
Mi papá abandonó a mi mamá embarazada de mi y a mis hermanos de 7 y 10 años. A mis 16 lo conoci. La relación no funcionó ni de un lado ni del otro..Yo no sabia nada de estas cosas. Solo sabia que dolía el abandono y buscaba muchos por qué.Lo vi esa sola vez. Al tiempo murió. Que casualidad,el dia de mi cumpleaños. Tres años después recuerdo el momento de salir de mi terapia, ya siendo mamá. Y no sé que pasó,pero sentí un gran alivio. Ya no queria ir a patear su tumba… sentí que lo habia perdonado. Yo no necesitaba esa papá tampoco,porque por suerte,tuve un abuelo maravilloso.
Abrazos de oso!